Si bien las acciones, las bolsas y las grandes corporaciones son actualmente lo que rodea a Wall Street, este conocido lugar también tiene una historia de tribulaciones dolorosas para muchas minorías, así como algunos triunfos bastante extraordinarios para otros.
El origen de Wall Street se remonta a 1624 cuando los colonos holandeses construyeron un muro defensivo. En 1685, se desarrolló una calzada a lo largo de esta barricada que los holandeses llamaron “de Waalstraat”. Los comerciantes y comerciantes locales pronto comenzaron a abarrotar “de Waalstraat”, convirtiéndola en el lugar privilegiado para la transferencia de acciones y bonos. Sin embargo, no fueron los únicos artículos que cambiaron de manos aquí. En 1711, el Consejo Común de la Ciudad de Nueva York declaró a Wall Street como el primer mercado oficial de esclavos de la ciudad. En el siglo XVIII , un grupo de comerciantes blancos firmó el Acuerdo de Buttonwood para regular sus intercambios. En resumen, la esclavitud desempeñó un papel muy importante en la fundación de lo que ahora se conoce como la Bolsa de Valores de Nueva York de hoy.
Pero no toda la historia afroamericana que rodea a Wall Street es tan inquietante. En 1949, Lawrence Lewis se convirtió en el primer vendedor de valores registrado negro, encendiendo la confianza para que aquellos como él se convirtieran en capitalistas. Poco después, el primer distribuidor afroamericano de valores establecido (McGhee & Company) recibió una licencia NASD a pesar de las normas sociales en 1952. La minoría creció lentamente su influencia en Wall Street cuando Phillip Jenkins Specialty Markets Inc. abrió a la vuelta de la esquina en 1955, y HL Wright & Company abrió directamente en Wall Street en 1960.
Las mujeres de color comenzaron a dejar su huella en la historia de Wall Street cuando Lilla St. John aprobó el examen NYSE en 1953, convirtiéndose en la primera mujer asesora de inversiones certificada. Este éxito llevó a un pequeño grupo de mujeres afroamericanas a entrar en la escena del corretaje, como June Middleton, quien fue la primera de su clase en trabajar para una firma de la Bolsa de Nueva York en 1964. En 1980, muchas afroamericanas tenían empleos en algunas de las firmas más grandes del mundo en lo que solía ser una profesión “sólo para blancos”. Quizás el evento más revelador de la historia afroamericana asociada con Wall Street ocurrió en 2004 cuando Stanley O’Neal fue nombrado director ejecutivo y presidente de una empresa que solo tenía tres personas de color en puestos ejecutivos apenas 30 años antes. Este evento puede servir como un humilde recordatorio para cada minoría de que no importa dónde comenzó su viaje,
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